
La última ocurrencia del presidente del Barcelona, Joan Laporta, ha sido plantar el césped del nuevo Camp Nou y pintar las líneas aunque el equipo no podrá empezar a disputar partidos, como pronto, hasta bien entrado 2026. Se trata de otro intento de enredar a la auditora Crowe , a la que Laporta contrató tras despachar a Grant Thornton por no plegarse a sus descabelladas exigencias. Previamente también había echado a EY. Con el césped a punto, el presidente pretende acreditar que el estadio está ya terminado y que –al más puro estilo Feijóo, que afirmó que no es presidente del Gobierno porque no quiere– si el Barça no juega allí es porque no lo considera oportuno.Con esta treta Laporta intenta que Crowe acepte, como ingreso para las cuentas de este ejercicio, que finaliza el próximo 30 de junio, los 100 millones que supuestamente cobró por la venta de los asientos VIP y que sirvieron para inscribir de urgencia, el pasado mes de enero, a los jugadores Pau Víctor y Dani Olmo . En marzo, tras revisar a fondo la documentación y sus conceptos, la auditora no le permitió contabilizar estos ingresos con tres objeciones: la primera es que, de los 100 millones, sólo había cobrado 58; la segunda, que como el contrato era para 20 años, había que periodificar la cantidad, y que por lo tanto podía contar sólo 5 millones por temporada; y la tercera es que esta contabilidad no podía empezar a considerarse hasta que se empezara a prestar el servicio.Esta última condición es la que Laporta pretende sortear con la prematura plantación del césped, una operación en la que ha invertido cerca de medio millón de euros, contando los trabajos previos de alisamiento del terreno, entre otros. Nadie entendía el porqué de la premura en la plantación, cuando todos en el club conocen el retraso de las obras, hasta que el presidente confesó a un reducido grupo de amigos sus intenciones, que luego llegaron al conocimiento de los demás directivos.Noticias relacionadas opinion Si El segundo palo Sé fuerte, Marciniak Juanma Rodríguez opinion Si TODO IRÁ BIEN Los dispares efectos de la derrota del Barça Salvador SostresEl Barça cerró el pasado ejercicio con unas pérdidas de 91 millones de euros. Las discrepancias del presidente con la anterior consultora tienen su origen en la ficción de Barça Vision . El club valoró esta compañía en 420 millones de euros y anunció que cotizaría en Nasdaq. Al poseer el 50% de la sociedad, se atribuyó 210 millones que Grant Thornton desmintió, bajo el contundente argumento de que el valor real de Barça Vision tiende a cero. Para no ir de frente contra el presidente, y tras unas muy tensas negociaciones, se atribuyó algo de valor a lo que ninguno tenía –Barça Vision factura poco más de 100.000 euros– y se consiguió dejar las pérdidas en ‘solamente’ 91 millones. Pero a final de curso, y a pesar de operar con una nueva auditora, Laporta volverá a tener el mismo problema, porque ni Crowe ni nadie que quiera mantener su prestigio y credibilidad pueden aceptar tan clamorosa argucia contable.Barça Vision –huelga decirlo– nunca cotizó ni en la bolsa de Nueva York ni en ninguna otra. El Barça de Laporta no sólo tiene una cuenta de explotación poco halagüeña sino que lo que dice que posee es poco realista y está contado de un modo poco aceptable para cualquier inspección homologable. Los equilibrios del presidente tiemblan en la cuerda floja, cada vez más al límite, y aunque algunos trucos son graciosos, como los del césped y las líneas, resultan sintomáticos de una total y absoluta improvisación y precariedad. El desencanto de la eliminación europea es un grave contratiempo para una junta cuya estrategia era distraer al público con el circo para disimular la carestía de pan.